Plan
Alerta
Respondabilidad y democracia
Por Lupe Andrade Salmón
En nuestro bello español no se
encuentra la palabra equivalente a “accountability”, quizás por carecer
culturalmente del concepto que la requiere. Actualmente se ha comenzado a
utilizar el término “respondabilidad”
para transmitir los conceptos que el término inglés conlleva:
responsabilidad ante la comunidad, rendición de cuentas que no sean
necesariamente en dinero, y compromiso moral y legal ante otros.
Lamentablemente, pese a estos
interesantes inicios, el término (y por ende el concepto) de respondabilidad
no ha ingresado a nuestro medio.

Incorporar el concepto de respondabilidad
en nuestra sociedad, es algo mucho más complicado. Hemos desarrollado un
gran estilo para cometer (y describir) el embauque, la irresponsabilidad, el
abuso de confianza, la estafa, el tráfico de influencias y el uso irrestricto
de la prebenda, cosa probada por nuestra expresiva terminología. Sin embargo, aún
cuando estamos conscientes de que dichos hechos son antiéticos o ilegales,
creemos que solamente son pasibles a sanción cuando se convierten en delitos
tipificados en nuestro anacrónicos códigos de derecho civil o penal.
Al contrario, la respondabilidad
está implícita en todo acto público, y se refiere a la obligación que
tiene el servidor electo, así como todo ser humano que actúa por delegación
de terceros, de rendir cuentas morales y de responsabilizarse para bien o para mal, de los
resultados de su acción y gestión.
Esta respondabilidad significa que no puede actuar en el anonimato, ni
escudarse en la inmunidad, ni acogerse a las prescripciones de ley, porque
aunque no pudiese ser juzgado ante tribunales, sí debe ser sometido al juicio
de sus pares, de su comunidad, o de la opinión pública bien informada.
Esa es la real democracia: una
sociedad donde el gobernante se sabe juzgado a diario, y donde el ciudadano
asume la propia respondabilidad de
medir con ecuanimidad y sabiduría a sus gobernantes o autoridades. No hay
democracia sin ciudadanos involucrados, y no hay ciudadanos inermes ante el
poder, ya que su derecho de exigir no se limita al voto, sino que debe ejercerse
a través de los medios de comunicación, las organizaciones de base y las redes
de interacción comunal que existen en todo grupo humano.
La respondabilidad significa también que las autoridades o
gobernantes que trabajan con honestidad, seriedad y dedicación, tienen derecho
a un justo reconocimiento; significa que no se debe alentar la difamación y
calumnia que enlodan las aguas, perjudicando el discernimiento de lo que es
bueno y es malo. Significa que los medios de comunicación tienen la obligación
de ir más allá de la denuncia hasta encontrar la verdad, y que los méritos
tienen tanto derecho a ser pesados en la balanza de la opinión, como las
culpas.
La respondabilidad como atribución universal nos enfrenta a un
nuevo reto: las responsabilidades, cargas y tareas compartidas, donde el
ciudadano debe asumir a plenitud su propio rol; sabedor de que si tiene malas
autoridades, es también en parte por culpa suya; que en la hora de elegir tiene
su propia carga de obligaciones morales, y que es un actor activo y respondable
en lo bueno y malo de su comunidad, su ciudad, su país y su gobierno.
Artículo publicado en el periódico LA PRENSA, de
La
Paz, Bolivia, el viernes 7 de mayo de 1999; en la sección
Opinión—EL BATÁN.

Enviar correo electrónico a vecinos@bigfoot.com
con preguntas o comentarios sobre este sitio Web.
Copyright © 2002 Vecinos Solidarios - Plan Alerta -