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Diario
Clarín Domingo 01 de noviembre de 1998 La corrupción es política.
Su personal debe ser jerarquizado tanto
salarial como técnicamente, y se debe autorizar su sindicalización, como en
toda Europa. Esto no significa que se le reconozca el derecho de huelga y menos
aún el de sedición, pero sí el de discutir sus condiciones laborales, su
posibilidad de emitir opiniones públicas -en particular sobre su equipamiento-
y de peticionar pacíficamente en grupo, como paso indispensable para
desarrollar la conciencia profesional. También, en los umbrales del siglo XXI,
deben fomentarse y facilitarse los estudios terciarios de todo su personal. Revista Vivir en Familia. Entrevista de Héctor Lorenzo al Dr. Jaime Barylko. ENTREVISTA. Un llamado a la responsabilidad ética personal. El doctor Jaime Barylko es filósofo, docente de la Universidad Maimónides de Buenos aires, escritor, conferencista, conductor de programas de televisión.
Para no justificar la violencia.
Lejos de pensar que todo ayer fue mejor, ¿Cree usted que hay más violencia social? La violencia estuvo como recluida para ciertos momentos especiales y estuvo prohibida por las religiones, prohibida por la moral, prohibida por la ética de los pueblos, prohibida por las tradiciones. Hubo violencia, pero hubo una tendencia y una educación hacia el control de la misma. La novedad hoy no es la violencia, porque violencia siempre hubo. La novedad es el descontrol, el "no mal" de la violencia. La violencia no aparece como "mala", su incalificabilidad ética hace que aparezca como algo posible, factible y permitido. Es casi como afirmar que es correcto ser violento. Hoy la violencia está ejemplificada y casi incitada a través de todos los medios de comunicación, especialmente en el mundo del cine y de la televisión. Si uno es chico, un jovencito, nacido, desarrollado en este clima, su medio natural es tanto la calle como la televisión..... y en esos ámbitos la violencia es protagonista.
Lo mismo ocurre en el cine presentado como una muestra de la realidad violenta. Pero hay una novedad; antes, con un tiro, el personaje que era golpeado por ese tiro, caía y a los pocos segundos moría. Hoy las películas muestran que las víctimas de los balazos son casi inmortales, porque el otro le tira, le tira y éste no termina nunca de morirse, se levanta, vuelve a atacar, le vuelven a tirar y se levanta. Pero toda esa ficción, los chicos "se la comen" como si fuera verdad. Se presenta el acto de tirar como algo sencillo, que no les pasa nada. No se sienten violentados a su vez pensando "qué barbaridad que cometí", u otro que le diga "¿cómo pudiste haber hecho algo así?". ¡No!. Tiran, salen a pasear por la calle contentos y el muerto nunca se muere tampoco porque se levanta, sale detrás y los sigue persiguiendo con cinco tiros adentro. En definitiva hay en este momento una especie de gran mito de la violencia y de la inmortalidad que permite que el gatillo sea fácil. ¿Qué diversas causas usted descubriría en la raíz de tanta violencia, tanto en el ámbito de las familias, en lo económico y laboral, en lo social callejero?
¿Entonces? Para el análisis es necesario darnos cuenta que todos estamos imbricados los unos en los otros. Esto nos puede conducir a dos tesis: una es amoral, la que diría que ninguno es responsable y, la otra tesis, que es la que sostengo, desde luego, corta la cadena y dice: Ud. tiene razón, científicamente puede ser que haya un señor en Ginebra en una oficina o en Malaya, o lo que pasó en Hong Kong con el sistema financiero.... Usted tiene razón, la cosa viene de ahí y hace que Ud. esté muy nervioso y le corta la cabeza a alguien por ese motivo. Pero en algún momento vamos a parar, porque Ud. no va a aceptar que por violación de otro le violen a su hija. El violador de su hija es el violador de su hija, no es el violador que a su vez fue violado y así hasta la eternidad. Entonces comencemos con la responsabilidad personal. Ahora, más que nunca, es necesario educar en el "Ud. es responsable". Aunque lo hayan empujado, si Ud. me empujó a mí, si me pisó, Ud. es el responsable de ese pisotón. No me cuente que el subte estaba lleno, ni me diga "mire, el subte estaba tan lleno que yo lo pisé". Bueno, le diré, Ud. trate de no pisar a otro. El resto se lo cuenta al analista o al diario íntimo, porque si no, nunca vamos a entrar en la etapa realmente moral de la existencia que es el nudo central de este momento. ¿La afirmación de la personalidad de cada uno de los miembros de la familia implica necesariamente la confrontación, la oposición entre los mismos? Si, esto lo enseña la psicología. La afirmación de los jóvenes sobre todo, se da en la confrontación con sus padres. Esto se ve en todos los datos antiguos, también está en la Biblia, en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, en Homero, en Virgilio y en todas la biografías que hubo. Pero hay que entender que una cosa es el enfrentamiento en cuanto a la afirmación de identidad y por lo tanto positivo, y otra cosa es esa misma situación usada para conflictos de odio y de agresión. Enfrentarse es una cosa y agredir e insultar es otra. Con mis hijos nos enfrentamos pero nos amamos, con mi esposa también. No soy de los que dicen que todo siempre tiene que ser sonrisa, porque así se ha malcriado a la Argentina de los últimos decenios; que hay que pensar lo mismo y que la pareja siempre tiene que tener las mismas ideas o estar en perpetua convergencia. Todo lo contrario, hay que autorizar la divergencia, porque la divergencia es el pensamiento y la autonomía personal. Entender que eso no debe mellar la relación que es de persona a persona y de no ideas a ideas. Usted no es mi amigo porque tiene mis mismas ideas o porque es de Boca igual que yo. Este es el gran aprendizaje que tiene que hacer la humanidad en este momento, porque la gente confunde ideas con personas y personas con ideas. En este contexto, ¿qué comentario le sugiere ahora el mandamiento bíblico "honra a tus padres"? .
Creo que el honrar, al estar colocado entre los grandes mandamientos, tiene que ser algo más profundo. El padre y la madre significan la tradición, el honrarlos significa recibir de ellos la cultura, los preceptos, los principios éticos. Los padres les traen la tradición de pertenecer a otra época, en el sentido que ello deba ser recepcionado. Y cuando crezcas podrás ponerlos en cuestión, pero en principio debes recibirlos. Así como recibiste la leche de tu madre, así como recibiste el pan de tu padre, así como recibiste la mano que te condujo a la escuela, tienes que recibir el mundo de ellos. Después, si quieres, te confrontas con ese mundo. No lo que se está haciendo en este siglo, que es una especie de de apología o de defensa de que en principio hay que estar en contra de los padres. Eso ha causado grandes males, grandes desgracias y grandes enfermedades en nuestra sociedad actual.
Dr. Barylko, ¿usted opina que la violencia es constitutiva de la naturaleza humana?
Pero también es cierto que el hombre está llamado a la concordia, a la armonía, a la fecundidad a través del amor.... entonces la violencia se presenta como un elemento antagónico. Sí, lo que Ud. afirma se concatena con lo que dije antes. Por eso la historia del monoteísmo y de la religión es siempre la historia del hombre en vías de superación, no del hombre totalmente hecho. La historia del hombre comienza con el relato de la caída, es decir, que se nace con la caída, es decir que la caída es lo negativo.... ése es el comienzo. Y ahí la necesidad de que el amor no puede ser jamás un regalo sino una empresa, un proyecto. No puedo decir "mañana voy a amar" sino "quiero amar durante mi vida" . No es un proyecto para mañana o para pasado mañana, como si se tratara de la compra de un coche. Entonces el amor, la concordia, la paz, son efectivamente los grandes proyectos humanos por los cuales debe esforzarse. En su libro "Para quererte mejor", Ud. abordó el tema del amor, el tema del odio.... Sí, allí afirmo que el odio fluye de manera natural, precisamente porque existe esa oposición de individuo a individuo, en tanto que el amor no fluye naturalmente, es una decisión, una empresa. ¿Cuál es su mensaje en orden a ir generando espacios de concordia, de armonía, de no violencia, de unidad? En síntesis ¿qué cruzada personal deberíamos emprender?.
La Nación Line Suplemento Enfoques EL DEBATE / Delincuencia juvenil / 11.10.98 La adolescencia del delito.
HAY que evitar los dualismos prevención versus represión. Hoy existen delincuentes y hay que dar seguridad ya", dice Emilio Tenti Fanfani, sociólogo de Unicef, quien no quiere quedar como un "utópico prevencionista". Sin embargo, en tiempos de inseguridad creciente se habla mucho de aumento de la vigilancia o de la reducción de la edad de imputabilidad penal, y pocos se preguntan por qué los adolescentes llegan a delinquir. Para debatir acerca de estos aspectos a veces olvidados, La Nación reunió a Tenti; a Carlos Eroles, director de la carrera de Trabajo Social de la UBA y titular del Instituto del Menor del gobierno de Raúl Alfonsín, y a Gabriela Fabbro, especialista en medios audiovisuales de las universidades de Buenos Aires, del Cine y Austral.
¿Cómo un joven se transforma en delincuente? Tenti: - Algo debe estar fallando en los procesos de constitución de la subjetividad. La familia es la primera agencia de socialización, pero va cambiando a lo largo del tiempo y hoy existe una fragmentación en las configuraciones familiares. Hay problemas con la familia: la incorporación de la mujer al mercado de trabajo lleva a que las madres tengan menos tiempo para la socialización infantil y deban delegarla en otras instituciones, tales como la guardería y el preescolar. También me interrogaría por los medios masivos de comunicación, quizá más que por la escuela, porque el chico es primero alumno de la televisión. Según estudios hechos en la Argentina, los alumnos de primaria pasan cuatro horas promedio frente al televisor. A nivel de la cultura hay un problema general porque no existen consensos ético/morales: cosas buenas para el padre, quizá no lo son para la escuela o para la sociedad. Los medios, por ejemplo, no tienen como función ni enseñar ni moralizar, pero de hecho lo hacen. La escuela, en cambio, es una institución específica para formar personas. Por eso, se la culpa de los problemas, cuando en realidad no puede sola. Eroles: - En primer lugar, todas las sociedades, al menos en los últimos cuarenta años, han tenido la tendencia de culpar a los jóvenes de todos sus problemas. Bajemos entonces la alarma social. Segundo, vivimos en una sociedad muy violenta, por ejemplo, en la Argentina hay alrededor de 3 millones de desempleados, muchos de los cuales son padres de adolescentes. No me parece que el pluralismo de formas de familia sea una dificultad, lo problemático es la ausencia de modelo familiar: autoritario, machista, cerrado y sin diálogo o abierto, con respeto mutuo, cooperación y donde se forme a las personas sin violencia. Un niño violentado en su hogar puede dar como fruto un ser violento para la sociedad. Muchas veces se ha tendido a disminuir la incidencia de los medios, pero creo que tienen una influencia significativa al menos como vehículo de un dios de este tiempo que es el mercado. El mercado dice que el que no consume y mucho es un idiota. Por lo tanto, hay un patrón de altísimo consumo para adolescentes y jóvenes, que no tienen ninguna perspectiva de alcanzarlo. De ahí a la posibilidad del delito puede haber un solo paso. Finalmente, la escuela tiene un gravísimo problema: la falta de motivación para los adolescentes y jóvenes. Fabbro: - Corroboro que en los años cincuenta también hubiéramos dicho que los jóvenes nunca fueron tan violentos como hoy. La masividad y el exceso de los medios actuales hace que parezca que hay más violencia. Me parece que eso se debe medir: quizá siempre hubo la misma violencia, pero ahora la conocemos más. Sí creo que la televisión tiene mucha influencia. El otro día escuché una frase que dice que "la televisión nunca dice no", como sí lo dicen papá o el maestro. Siempre está ahí para que el niño se sienta identificado y nadie le pone límites. Los niños y adolescentes reciben varios efectos de la televisión, pero uno es el traslado al comportamiento de lo que ven en la pantalla. Y esto incluye los videojuegos donde el lema es matar para ganar, lo que fomenta la soledad y la pérdida de contacto con el entorno familiar y social. Hay encuestas que corroboran que cuando el niño o adolescente está más expuesto a la televisión, es más violento. Pero sobre todo le crea una sensación de que puede ser víctima de la violencia, y eso aumenta la inseguridad. ¿Existe una relación entre formas de violencia y clases sociales?
Eroles: - Y no hay nada más autoritario que un demócrata asustado. Erich Fromm habla del miedo a la libertad: cada vez que veo que algo se mueve y no lo puedo controlar, tiendo a reaccionar autoritariamente. ¿La sociedad cree que bajando la edad de imputabilidad penal de 16 a 14 años desaparecerá automáticamente el delito? ¿O que llevando a los chicos de 18 a 21 años de institutos especiales a cárceles de adultos, cuando salgan van a tener menos bronca? Hoy, en la Argentina, 700.000 menores de 25 años ni estudian ni trabajan. Y hay otras 700.000 personas mayores de 45 años que están excluidas de su trabajo. Supongamos que ese 1.400.000 tuviera la tentación de cometer un delito: la sociedad sería un descontrol. Pero la mayoría de los pobres viven su pobreza con honradez. ¿La falta de modelos de identificación influye en la violencia juvenil? Eroles: - Pienso que los jóvenes tienden a buscar modelos coherentes, como el Che Guevara o la Madre Teresa. No estoy tan seguro de que los jóvenes no tengan modelos de identificación. Creo sí que está el riesgo concreto del modelo facilista: ¿para qué me voy a romper el alma estudiando diez años medicina si después a los jubilados les pagan 150 pesos? Tenti: - Creo que necesitamos algo más cercano que los Che Guevara o las Madre Teresa. Son ideales, distintos de los que yo tenía en mi barrio de calle de tierra en Mendoza: "el Tito" Monteverde, que era el único que iba a estudiar a la universidad y al que todas las madres te mostraban como ejemplo. Ahora, al contrario, se ven fracasados con título. Fabbro: - Al no tener modelos de identificación en la vida real, como el maestro o el médico, entonces aparecen los que supuestamente impone la televisión. Pero esos modelos están totalmente alejados de nuestra cotidianidad. Por ejemplo, en "Chiquititas" los chicos actúan como adultos y adoptan comportamientos que no se condicen con lo que ocurre en un hogar real de niños abandonados. O bien están los modelos norteamericanos, que también están alejados de nuestra cotidianidad, o el del dibujo animado, que es el héroe por excelencia y todo lo puede. ¿Qué medidas pueden tomarse para prevenir la delincuencia juvenil?
Tenti: - Se requieren políticas públicas de integración social. Creo que hay ciertos bienes básicos que son los derechos a la vida, a la salud, a la educación, a la alimentación, a la seguridad, que no pueden quedar librados al mercado. Las políticas de integración pasan por el trabajo, porque trabajo hay. Lo que no hay es empleo socialmente reconocido y remunerado. Habrá que socializar el trabajo de alguna manera: en países desarrollados están pensando en reducir la jornada laboral o reconocer el trabajo solidario o muchas tareas que realizan las mujeres. Asimismo, hay que fortalecer la familia con legislaciones y hasta con rentas mínimas familiares garantizadas públicamente. Y después está la escuela, que es el otro lugar del chico junto con la familia. Su lugar no es el trabajo ni la calle. Cientos de miles están fuera del colegio, cuando la escolaridad obligatoria mínima tendría que ser hasta los 18 años. Ojo, no quiero decir que sólo estudie sino que puede realizar actividades laborales con sentido formativo, tanto técnico como moral y humano. Fabbro: - Creo que mientras no se utilice la televisión como instrumento didáctico y motivador dentro de la escuela, se estará perdiendo el medio a través del cual los chicos leen. A corto plazo, hay que fomentar el espíritu crítico de los chicos: que sean conscientes frente a la catarata de información que reciben. Alejandro Rebossio Foto: Eric Feferberg/AP, Diario La Nación Line
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